Un líder de extrema necesidad para Chile
Este año, la democracia, por medio de 3 elecciones cuyos resultados podrían definir el futuro del país para los próximos 30 años, abre la opción de producir un golpe de timón esperanzador para Chile. Para terminar con la pesadilla que inició el estallido delictual de octubre de 2019, es crucial que en estas votaciones triunfe el camino del Estado de Derecho y del actual modelo económico.
La primera elección del 11 de abril elegirá 155 ciudadanos para redactar una nueva Carta Fundamental en la Convención Constituyente. Hay que celebrar la racionalidad de los dirigentes de los partidos de derecha y centroderecha para conformar una sola lista de candidatos. Si esta lista unitaria del Partido Republicano, UDI, RN y Evópoli elige la mayor cantidad de constituyentes, y muy por encima del umbral clave de un tercio, daría un primer batatazo que mejoraría significativamente el clima político.
La segunda elección del 21 de noviembre renovará la totalidad de la Cámara de Diputados y 27 de 50 senadores. Una de las causas de la actual crisis es la mala calidad de las políticas públicas aprobadas por este Congreso y la pugna destructiva entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. Por ello, mientras mayor sea la renovación parlamentaria, mejor será para Chile. Esta es una oportunidad excepcional pues la ley aprobada el 2020 que limita la reelección dejará fuera a 6 senadores y 38 diputados que llevan un prolongado período de ejercicio. La experiencia de unidad lograda para la Convención debe repetirse para conformar una lista parlamentaria unitaria de todos los partidarios de una sociedad libre.
Por último, el mismo 21 de noviembre será la primera vuelta de la elección presidencial que definirá, tras la probable segunda vuelta del 19 de diciembre, quién será el presidente que en los próximos 4 años deberá enfrentar la tarea extraordinaria de detener la violencia, restaurar el Estado de Derecho y relanzar el crecimiento y el empleo. Es evidente que los candidatos presidenciales del Partido Republicano y de Chile Vamos que irán a esa primera vuelta deben llegar a un acuerdo para constituir un gobierno de coalición que asegure un triunfo amplio en la segunda vuelta y un gobierno eficaz para la gran tarea que se avecina.
Los precandidatos presidenciales de Chile Vamos, más allá de sus méritos personales, han sido exministros de este gobierno y, por tanto, representan una continuidad que difícilmente interpretará a los votantes de derecha que han sufrido tan profunda desilusión con el actual gobierno. De allí la importancia que haya surgido un líder como José Antonio Kast, que ha tenido la fuerza y la dedicación para constituir el Partido Republicano, el cual ha dado señales claras de independencia cuando el interés del país lo ha hecho necesario. Si la ciudadanía le entrega a este partido una votación importante, habrá en la Convención una postura firme para defender todo lo bueno de la actual Constitución y para mejorarla también. Asimismo, es crucial que en el Congreso haya una bancada de este partido que actúe de ancla del modelo económico, pilar de la prosperidad, y del Estado de Derecho, pilar de la paz social.
El combate a la violencia y a la delincuencia es el tema de mayor gravedad y urgencia del país y muchos consideran que será necesaria la actuación, dentro de la ley, de las Fuerzas Armadas. Pues bien, todo indica que los altos mandos uniformados han estado renuentes a participar en esta tarea por una profunda desconfianza en los personeros ligados al actual gobierno. Por lo tanto, el rol de Kast, ya sea como presidente, ministro o líder dentro de una coalición de gobierno, será un requisito para lograr el éxito en este desafío.
La propuesta que Kast expone en nuestras páginas deja en evidencia que también es un líder indispensable para relanzar el crecimiento económico, única manera de resolver la tragedia del desempleo que ha generado el estallido, la incertidumbre y la pandemia. Basta recordar la extraordinaria acogida que tuvo su discurso en ENADE 2017, donde lo interrumpieron 19 veces con aplausos, para comprender que también quienes deciden inversiones confían abrumadoramente en el programa de este líder.
Respecto de la campaña desatada en su contra acusándolo de extremista de derecha, Kast la refuta magistralmente en su manifiesto “Mi Propuesta”, publicado en esta edición, al señalar: “Para mí el extremista es quien ocupa la violencia como una herramienta política. Como lo he demostrado con hechos y palabras en 20 años de vida pública consecuente, estoy y estaré siempre contra toda violencia en política. A los líderes mundiales que más admiro -Churchill, Reagan y Thatcher- también se les intentó en algún momento descalificar como “extremistas”, pero la Historia reveló que, por el contrario, fueron los enterradores de los verdaderos extremistas de derecha e izquierda”.
Albert Einstein sostuvo que es una locura creer que si las cosas funcionan mal, haciendo más de lo mismo van a funcionar bien. De allí que es providencial que exista un líder que represente, dentro de la derecha, una alternativa tan prometedora.