El Partido Republicano nace desde y para las personas y defiende su vida desde la concepción hasta la muerte natural. Todas las personas han sido creadas con un fin trascendente, y como consecuencia de ello, nacen esencialmente libres e iguales en dignidad y derechos. Dicha dignidad y los derechos emanados de ella son anteriores y superiores al Estado, y es precisamente por esto, que el Estado debe estar al servicio de todas las personas, especialmente de las más vulnerables.
Sin perjuicio de que somos expresamente un partido no-confesional que no adhiere a ninguna doctrina religiosa, y que por tanto cualquier persona, sea o no creyente, es bienvenida a afiliarse a nuestro conglomerado, quienes suscriben ingresar al Partido Republicano, lo hacen asumiendo el compromiso de no ejecutar actos que vayan en contra de la dignidad y fin trascendente de las personas, así como su libertad de conciencia y el derecho a que se respete toda expresión religiosa.
Toda persona nace en un contexto social, de relaciones humanas, que se manifiesta en la célula básica de la sociedad: la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer. Por lo mismo, creemos que, en base a dicho ideal familiar, los niños tienen derecho a tener un padre y una madre, por lo que la sociedad debe hacer todos los esfuerzos posibles a fin de generar las condiciones para el ejercicio de este derecho.
Ambos conceptos son cognoscibles racionalmente por cualquier persona, y ellos se encuentran en la noción que todo ser humano tiene de ese conjunto de virtudes morales objetivas, las que responden al orden natural de las cosas, y el cual nunca puede ser modificado ni por autoridad política alguna, ni por ninguna mayoría electoral o parlamentaria. Dichas virtudes morales se resumen en la conciencia que todos tenemos de que nunca se puede hacer a otra persona lo que no quisiéramos que se nos hiciera a nosotros, y que, a su vez, nos debiese inducir a hacer con nuestro prójimo, todo aquello que desearíamos que los demás hicieran por nosotros.