Creemos que la forma más efectiva de promover nuestros principios es a través de la acción política en vistas al bien común, con la participación de todos y en comunidad, a fin de lograr nuestro máximo desarrollo material y espiritual posible. En este sentido, estamos convencidos de que no basta con diálogos, discusiones y escritos, sino que nuestro estilo de hacer las cosas nos impone el deber de ser un partido de acción, que sea protagonista en los espacios físicos y digitales a fin de promover una sociedad libre y responsable. Pero, por sobre todo, somos Republicanos, pues creemos en el valor de la participación ciudadana así como en el respeto de la Constitución y de las leyes, porque ellas nos protegen de los abusos y de la violencia, y porque nos reconocen los mismos derechos y deberes a todos, haciéndonos iguales ante la ley.
El fin del Estado y de la política es el Bien Común, ese conjunto de condiciones económicas, sociales, políticas y espirituales que le permiten a todos los miembros de una sociedad, tanto en la forma de una comunidad, como a cada uno de sus integrantes individualmente, alcanzar en paz y en armonía social, su mayor bien espiritual y material posible. Tal como señalamos, en el centro de nuestro accionar está la noción de comunidad como espacio fundamental para la generación de esas condiciones que permiten esa mayor realización humana. La República de Chile, ha sido formada a través de la historia por sus fundadores, antepasados, y nosotros mismos y continuará moldeándose por las acciones de las futuras generaciones. Por eso mismo, respetamos profundamente nuestra Patria hecha por quienes le han entregado su vida en el pasado, y promovemos y valoramos el compromiso con ella por parte de los chilenos de hoy y del mañana, defendiendo con orgullo nuestra historia, tradiciones y valores, las cuales precisamente son elementos constitutivos de nuestra identidad nacional.
El fin del Estado y de la política es el Bien Común, ese conjunto de condiciones económicas, sociales, políticas y espirituales que le permiten a todos los miembros de una sociedad, tanto en la forma de una comunidad, como a cada uno de sus integrantes individualmente, alcanzar en paz y en armonía social, su mayor bien espiritual y material posible. Tal como señalamos, en el centro de nuestro accionar está la noción de comunidad como espacio fundamental para la generación de esas condiciones que permiten esa mayor realización humana. La República de Chile, ha sido formada a través de la historia por sus fundadores, antepasados, y nosotros mismos y continuará moldeándose por las acciones de las futuras generaciones. Por eso mismo, respetamos profundamente nuestra Patria hecha por quienes le han entregado su vida en el pasado, y promovemos y valoramos el compromiso con ella por parte de los chilenos de hoy y del mañana, defendiendo con orgullo nuestra historia, tradiciones y valores, las cuales precisamente son elementos constitutivos de nuestra identidad nacional.
Un verdadero Estado subsidiario siempre debe promover que cada persona se desarrolle de manera autónoma, pero no puede permanecer indiferente frente a quienes han quedado marginados del progreso, excluidos de sus beneficios, y luchan desesperadamente contra su indigencia, contra la miseria, el hambre, las enfermedades, y todos los males asociados a esa condición. Es por esto que creemos que uno de los elementos más relevantes del bien común, es la justicia social, entendida como la virtud de dar a cada uno lo que le corresponde a partir de garantizarle a todos, la mayor dignidad posible. Ella es también el principio que nos enseña que no puede ser igual la medida en que cada persona contribuye a él, sino que debe ser proporcional, según las posibilidades individuales, las aptitudes y las capacidades o ventajas de cada uno. En el ejercicio de su libertad, las personas y grupos intermedios compiten y se esfuerzan por rendir al máximo de sus capacidades. Sin embargo, creemos que nunca puede ser ético dar por perdidos ni postergar el auxilio a quienes están en una situación de grave desventaja. Por eso, uno de nuestros principales compromisos, es hacer de Chile un país libre de todas las pobrezas, y de los males asociados a ella, pero siempre en vistas que cada persona pueda desarrollarse de manera autónoma y que todos los chilenos puedan obtener su máximo desarrollo material y espiritual posible, en igualdad de condiciones, sin caer en el asistencialismo estatal.
De lo anterior se desprende nuestra resuelta y férrea defensa de la libre iniciativa privada en materia económica, nuestra defensa de las garantías constitucionales a fin de impedir que el Estado invada el campo de actividad económica y social propio de los particulares, y nuestra defensa y fomento del derecho de propiedad para todos, porque estamos convencidos de que la propiedad privada, en cuanto fruto del ejercicio de la libertad de las personas, constituye uno de los pilares de una sociedad auténticamente libre y responsable. Pero asimismo, defendemos la solidaridad como imprescindible complemento de la subsidiariedad, debiendo la comunidad tener consideración especial por la condición de vida de cada ser humano y de respeto a sus derechos fundamentales, expresión del humanismo tan propio del alma nacional, el cual permite al Estado desde su rol subsidiario, y al mismo tiempo que fomenta y permite a las personas y organismos intermedios hacer uso de su libertad con responsabilidad, el regular, fiscalizar y sancionar drásticamente, los abusos, los resquicios y las irregularidades de quienes actúan desde un libertinaje irresponsable, vulnerando la libertad de los demás miembros de la comunidad y cercenando los pilares del bien común. Por esto mismo promovemos activamente la participación de la persona humana en la generación de riqueza en asociación directa con otros, sea a través de grandes, medianas o pequeñas iniciativas, fomentando, a su vez, la responsabilidad social empresarial
Entendemos que el crecimiento económico no es suficiente. Nuestro objetivo es el Progreso integral de la sociedad, un desarrollo económico, social, cultural y espiritual que beneficie a todos los chilenos y que sea sustentable y sostenible en el tiempo. Precisamente, donde usando el ingenio humano, potenciemos además un uso responsable de nuestros recursos naturales, y donde nuestros proyectos no se agoten en nuestra generación, sino que se proyecten al futuro para quienes están por venir
Siendo la Democracia el sistema de gobierno más adecuado para definir con la participación ciudadana las grandes estrategias de desarrollo nacional y los proyectos país más prioritarios, así como la forma de resolver los problemas acarreados por todas las pobrezas e injusticias, es indispensable que las instituciones fundamentales del sistema político respondan con profesionalismo e independencia de intereses económicos e ideológicos, a las exigencias éticas y sociales que se desprenden de esas responsabilidades, impidiendo asimismo, la promoción de antagonismos sociales o la lucha de clases. Una administración pública concebida como botín electoral, como trinchera ideológica o como caja pagadora de servicios políticos, que acumula funcionarios y gastos gigantescos, sin un sistema objetivo de medición de la productividad de sus labores o funciones, es sin duda una fuente de abusos, de corrupción y derroche de los recursos públicos, lo que es éticamente inaceptable y contrario a la democracia. Asimismo, toda vulneración a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana constituyen un atentado antidemocrático a la sociedad toda, más aún cuando dicha inobservancia tiene como base la existencia de mayorías circunstanciales o el uso de la violencia política. Para los republicanos, el fin no justifica los medios.
El Partido Republicano rechaza la Violencia y particularmente, la delincuencia, el terrorismo y el narcotráfico que amenazan gravemente el futuro de la sociedad chilena. Creemos que la mayor amenaza para la democracia y la convivencia pacífica entre los chilenos, radica en la incontrolable expansión del narcotráfico, la penetración y el control que él ejerce hoy sobre la delincuencia común que adopta aceleradamente las peores prácticas criminales, delitos siempre asociados al gigantesco lavado de dinero que este mundo delictual produce, todo lo cual se ve agravado por sus conexiones y redes con el terrorismo ideológico de movimientos que creen en la agitación social y en la violencia, como un medio legítimo para alcanzar el poder, y sustituir el sistema democrático, que ellos mismos repudian. Creemos que, como eje transversal de todos los chilenos, resulta necesario un acuerdo nacional para combatir estos flagelos con toda la fuerza y que se anticipe a la continua expansión de estos males por el país. Asimismo, rechazamos todo intento legitimador de quienes sólo buscan darle viabilidad al negocio de los narcóticos, y lucharemos fuertemente contra el flagelo de la droga, el cual tiene sumido a tantos chilenos en la adicción, la delincuencia, y la miseria
Creemos que el país debe resolver urgentemente el problema del centralismo, que tanta dependencia y postergación ha provocado en la mayoría de las regiones del país. Sostenemos que no hay proyectos con mayor rentabilidad social e interés general para el país, que convertir a las regiones en centros de un desarrollo humano integral.
No queremos un Estado grande, sino un Estado justo, que tenga el tamaño mínimo necesario y que sea eficaz, moderno y transparente pues éste se financia con los recursos de todos los chilenos. Que asuma sus funcionalidades propias, pero que respete y promueva la libertad en la sociedad. Creemos en un Estado probo y transparente, que use eficaz y eficientemente los recursos de todos los chilenos. Propiciamos, por lo mismo, como una de las medidas más urgentes, una reforma estructural a la administración pública para ponerla al servicio de las personas. Proponemos convertir a la administración del Estado, a todos sus servicios, a las empresas fiscales y todas las demás instituciones públicas, en un área libre de malas prácticas, en un modelo de eficiencia, con una clara orientación hacia las necesidades materiales y espirituales de las personas, con un auténtico espíritu de servicio a la comunidad, y un claro e invariable sentido del deber con los intereses superiores del país.
Ligado a lo anterior, es que no aceptamos que los políticos y los empleados públicos se conviertan en una casta de privilegiados, y nos rebelamos contra los abusos de aquellos poderosos que viven de la burocracia, pues esperamos del Estado y de los servicios públicos, honestidad, un trabajo bien hecho, responsabilidad social, espíritu de servicio, respeto a los derechos fundamentales de sus ciudadanos, y un efectivo compromiso con el bien común.