Quiénes somos ★

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Historia y Principios del Partido

Creemos que la forma más efectiva de promover nuestros principios es a través de la acción política en vistas al bien común, con la participación de todos y en comunidad, a fin de lograr nuestro máximo desarrollo material y espiritual posible.
El Partido Republicano nace desde y para las personas

El Partido Republicano nace desde y para las personas y defiende su vida desde la concepción hasta la muerte natural. Todas las personas han sido creadas con un fin trascendente, y como consecuencia de ello, nacen esencialmente libres e iguales en dignidad y derechos. Dicha dignidad y los derechos emanados de ella son anteriores y superiores al Estado, y es precisamente por esto, que el Estado debe estar al servicio de todas las personas, especialmente de las más vulnerables.

En el Partido Republicano creemos en Dios

Sin perjuicio de que somos expresamente un partido no-confesional que no adhiere a ninguna doctrina religiosa, y que por tanto cualquier persona, sea o no creyente, es bienvenida a afiliarse a nuestro conglomerado, quienes suscriben ingresar al Partido Republicano, lo hacen asumiendo el compromiso de no ejecutar actos que vayan en contra de la dignidad y fin trascendente de las personas, así como su libertad de conciencia y el derecho a que se respete toda expresión religiosa.

Somos un Partido que cree en la vida en Sociedad y que promueve la Familia, núcleo fundamental de ella

Toda persona nace en un contexto social, de relaciones humanas, que se manifiesta en la célula básica de la sociedad: la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer. Por lo mismo, creemos que, en base a dicho ideal familiar, los niños tienen derecho a tener un padre y una madre, por lo que la sociedad debe hacer todos los esfuerzos posibles a fin de generar las condiciones para el ejercicio de este derecho.

El Partido Republicano cree en el bien y la verdad como realidades objetivas

Ambos conceptos son cognoscibles racionalmente por cualquier persona, y ellos se encuentran en la noción que todo ser humano tiene de ese conjunto de virtudes morales objetivas, las que responden al orden natural de las cosas, y el cual nunca puede ser modificado ni por autoridad política alguna, ni por ninguna mayoría electoral o parlamentaria. Dichas virtudes morales se resumen en la conciencia que todos tenemos de que nunca se puede hacer a otra persona lo que no quisiéramos que se nos hiciera a nosotros, y que, a su vez, nos debiese inducir a hacer con nuestro prójimo, todo aquello que desearíamos que los demás hicieran por nosotros.